Usicamm, reprobada en excelencia, inclusión y equidad

Eduardo Grajales

Y la USICAMM no pasó el examen…

De haber sido evaluada en los mismos componentes que ella valora en los aspirantes a plazas docentes, la verdad sea dicha, no hubiera acreditado el proceso de valoración.

Y es que el pasado fin de semana y luego de un tortuoso andar por los complejos procedimientos impuestos por la Unidad, en los que prolifero información imprecisa, fallas técnicas, insensibilidad burocrática, los más de 200 mil aspirantes llegaron accidentadamente al momento determinante: la evaluación estandarizada.

Aunque la aplicación del sábado no presentó mayores complicaciones, la del domingo sí. Justo al iniciar la apreciación, las redes se saturaron con reportes de problemas de acceso al Navegador Seguro. No fue sino hasta después de 30 minutos en que por fin se pudo acceder al sistema.

Esto que parece algo menor, no lo es, representa un problema para el sustentante que, en momentos de alta concentración, un error de tal naturaleza le genera estrés y desenfoca su pensamiento y capacidad pedagógica, lo que en suma se reflejará en su desempeño.

Infortunadamente, la situación no es nueva. En varias ocasiones se le han presentado fallos severos a la Unidad (recordemos cuándo su sistema “no guardó” las respuestas del examen y tuvo que volver a realizarlo) y pese a ello, esta ocasión, no tomó las medidas correspondientes.

Esta situación ha sido la constante en la institución de la maestra Adela Piña, que, pese a contar presupuesto millonario y burocracia nutrida, prefiere empeñarse en señalar los yerros de los aspirantes y de las instituciones privadas que contribuyen a orientarlos, que en invertir en sufragar una plataforma informática capaz de gestionar las operaciones que hace digitalmente el magisterio.

Los problemas no son exclusivos de un proceso, sino en todos los del Sistema para la Carrera. Inicia con la saturación en la generación de citas e inconsistencias en la carga documental, hasta errores en los cursos de capacitación, detalles en la descarga de constancias y, la cereza del pastel, el soporte deficiente en la realización de la prueba.

Lo anterior, sin mencionar el trato injusto y poco incluyente que se le dio a cientos de aspirantes con discapacidad, a quienes, si bien les fue, les dieron como apoyo una hora más para realizar su examinación. A un lado quedaron las teorías de inclusión y respeto a la diversidad que tanto promueve la USICAMM, de quien se hubiera esperado por lo menos adaptar las baterías de examinación a las condiciones particulares de esta población.

Aunque no toda la responsabilidad es de la autoridad, pues si bien es cierto los aspirantes no se ocupan de leer detenidamente la Convocatoria y demás lineamientos, sirva pues esta reflexión para que las autoridades de esta recién creada institución analicen las necesidades más determinantes de un magisterio moderno, desde su deficiente sistema informático, hasta la profesionalización del perfil profesional de sus directivos, y la mejora en la atención de su burocracia, que en ambos casos no gozan de una imagen cordial entre el magisterio.

Aunque se reconoce su esfuerzo por comunicar mejor los procedimientos, es evidente que aún no estamos a la altura de Dinamarca en este sector. Los procesos de USICAMM siguen dando que hablar.

Justo ahora, para el caso de Admisión sólo resta la última etapa que tiene que ver con el reporte de plazas disponibles, la presentación de resultados y la integración de la Lista Nominal.

Esperaremos que esta vez la USICAMM si cumplan los valores en los que descansan sus propios lineamientos y que la información sea verás, transparente y oportuna, pero sobre todo que los procesos de asignación sean realizados en el marco de la legalidad, pues es un secreto a voces que siguen las negociaciones en lo oscurito entre los gremios sindicales y la autoridad educativa como se acostumbraba antaño,  incluso se habla ahora que la venta de plazas se realiza desde las mismas unidades donde sus coordinadores tienen todo el control. 

Lo que es un hecho es que, otra vez, la Unidad que pondera la inclusión, la interculturalidad, la equidad y la excelencia no acreditó en esos rubros en la evaluación de su propio sistema. Al tiempo.

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