A dos años de distancia de la pandemia: ¿En que hemos avanzado para vivir en situaciones de riesgo?

Miguel Ángel Pérez Reynoso

Es el 17 de marzo del año 2020, las autoridades de gobierno en el ámbito federal y estatal se enteran del inminente peligro del contagio masivo producido por un nuevo virus llamado Covid -19 o coronavirus, ya en China como en Europa se había propagado con relativa facilidad generando con ello cientos de muertes. La ONU a través de la OMS declara al mundo que estamos ante una Pandemia de riesgos y de pronóstico reservado.

En Jalisco primero y a nivel nacional una o dos semanas después, la autoridad educativa, suspenden las clases, de manera sorpresiva mandan a alumnos y a docentes a sus casas en forma indefinida. Falta un poco más de tres meses para que concluya el ciclo escolar 2019 – 2020, las escuelas cierran sus puertas y la sociedad en su conjunto demuestra que no está preparada para enfrentar esta emergencia llamada pandemia por coronavirus. La pandemia por Covid – 19, es un fenómeno global, inédito para las generaciones actuales; ni los adultos más viejos, ni las y los jóvenes y mucho menos las y los niños habían vivido algo semejante.

León Trotsky un clásico del marxismo, escribió una vez –citado por Daniel Molina- que hay momentos en la historia que pueden pasar veinte años, pero que el desarrollo social no avanza ni lo de veinte minutos; pero hay otros momentos en que en veinte minutos se avanza lo que ni en veinte años. Este contexto de pandemia es uno de esos tiempos, apenas hemos vivido dos años y en ese tiempo (largo o corto) son muchas cosas las que están cambiando. En tan solo dos años la humanidad ha tenido que entender primero y adaptarse más adelante a un fenómeno mundial inimaginable.

En tan solo dos años hemos sufrido la perdida de muchas vidas humanas, mucha gente valiosa que no merecía morir en estas circunstancias, muchas personas tuvieron que decir adiós de manera anticipada y muchas más con vida tienen secuelas respiratorias y de otro tipo producto del contagio por coronavirus.

Gran parte de la población mundial tuvo que se vacunada, después de una carrera loca de los laboratorios por llegar primero, por ganar y vender el antídoto contra el Covid 19. En paralelo se generó un movimiento global anti- vacunas y la disputa se ha tornado en una lucha por la hegemonía.

Tuvimos que aprender en muy corto tiempo nuevas costumbres de convivencia y relación social. El confinamiento, la sana distancia y el quédate en casa constituyeron los nuevos dispositivos de relación social, en contraposición a las formas desbordadas de convivencia y relación humana. Aquí las y los jóvenes fueron culpabilizados, porque nunca pararon la fiesta y porque eran (se decía) un peligro latente para contagiarse.

En educación se tuvieron que idear nuevas formas de atención escolar, se agilizó el uso de plataformas digitales vinculadas a la conexión de internet, ello beneficio a las grandes corporaciones de la comunicación. El internet se ha convertido en el oro del siglo XXI, las formas remotas de educarse mostraron su lado flaco, las y los docentes no fueron formados para ser habilitados en la distancia con ayuda de la virtualidad. De esta manera y de forma apresurada se les habilitó como educadores virtuales con el apoyo de un procesador. Las video llamadas y la educación híbrida son los componentes de los nuevos manuales de Pedagogía.

Ligado a lo anterior, comienza a generarse una abundante literatura en torno a la educación durante la pandemia y los días que le han seguido. Los trabajos de investigación social y educativa, propuestas pedagógicas e informes académicos entre muchas otras opciones, comienzan a incluir dentro de sus contenidos líneas o temáticas ligadas a la pandemia.

Desde la práctica de las y los docentes, desde la visión de muchos expertos se reconoce a este contexto como una época de des-aceleración. El reloj de la historia se ha detenido parcialmente o camina más despacio. En educación se habla de que el año de la pandemia ha sido un año perdido para todas y todos.

Existen también distintas historias ligadas a la pandemia que han corrido en paralelo y que están vinculadas con el desarrollo emocional y dichas historias tienen que ver con el surgimiento y el desarrollo en las personas, con formas inéditas de enfrentar el riesgo y que no lograron adaptarse a vivir en el encierro.

Con ello tenemos que hay nuevas depresiones, nuevos sufrimientos, nuevas soledades humanas, el confinamiento orilló a la condición humana a vivir lo que jamás se había vivido. Las calles están desiertas, los negocios cerrados, miles de personas perdieron sus empleos, muchos negocios cerraron por falta de dinámica económica y quebraron; la economía se des-aceleró. Se sufre en soledad y al lado de otras y otros que también sufren. La amenaza de contagio logró globalizar el sufrimiento. Muchas personas que fueron internadas en los hospitales públicos o privados ya no regresaron a sus casas, para ver a sus seres queridos. La muerte llegó inminente, como solo su halo de luto acompaña a una pandemia.

A dos años de distancia ¿Qué es lo que hemos aprendido? ¿Qué salto ha tenido que dar la humanidad para superar este trauma pandémico? ¿Qué tan capaces y preparados quedamos al final para enfrentar una situación parecida a la vivida a partir del mes de marzo del 2020? También con la pandemia surgieron nuevos escepticismos, gente que no cree y no ha creído nunca que hemos vivido una larga noche llamada pandemia por coronavirus. 

Mi padre decía hace muchos años, que después de la tempestad viene la calma, hoy me parece que la calma es una forma distinta de mostrar una tempestad que aún no cesa del todo.

Las niñas y los niños de hoy olvidarán muy pronto que, a partir del mes de marzo del 2020, vivimos tiempos difíciles, que cambió la forma de asumir la vida. La historia la registró como la Pandemia por Covid – 19.

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