Acompañando el duelo colectivo: Tanatología y Educación en tiempos del desastre natural en Guerrero

Herzel N. García Márquez*

No hay mayor tesoro que las sumas cualidades humanas tales como la compasión, el valor y la esperanza. Ni siquiera un trágico accidente o desastre puede destruir tales tesoros del corazón.

Daisaku Ikeda

Han pasado más de 24 horas del paso del huracán Otis en Guerrero y la situación sigue siendo incierta. La Secretaría de Educación Pública (SEP), según informes de Laura Poy Solano en La Jornada, aún no tiene un panorama completo del daño en la infraestructura educativa que atiende a más de 197 mil estudiantes en la zona costera del Pacífico mexicano. Ante este desafío, Leticia Ramírez Amaya, secretaria de Educación Pública, ha urgido a tomar medidas inmediatas. Se ha anunciado que la Secretaría del Bienestar será la encargada de llevar a cabo censos para evaluar los daños en instalaciones públicas, incluyendo escuelas. Mientras tanto, se ha tomado la decisión de suspender las clases en todo el estado.

La secretaria mencionó que, a medida que se obtenga información detallada sobre el estado de las escuelas, se determinará cuándo se podrán reanudar las actividades educativas en algunos municipios. Se sabe que solo en Acapulco, se cuentan con mil 113 escuelas de educación básica, 109 de media superior y 102 de educación superior y Ramírez Amaya ha exhortado al magisterio nacional a unirse a las acciones de acopio destinadas a ayudar a la población de Guerrero. En cuanto al apoyo a los estudiantes, la SEP asegura disponer de suficiente material educativo para reponer los Libros de Texto Gratuitos que pudieron haberse dañado en viviendas y centros escolares afectados por el huracán.

Si bien estos esfuerzos y llamados son de cabal importancia en estos momentos, es indispensable también recordar que, en situaciones de catástrofe, como la provocada por un huracán Otis, la comunidad educativa se convierte en un invaluable eje para la recuperación física y emocional de la población, por lo que además de reponer los materiales y recursos didácticos, es indispensable retomar la salud emocional de las personas, específicamente de los agentes educativo.

La tanatología es la rama de la psicología que aborda el proceso de duelo, pérdida y muerte. Ante las catástrofes naturales y humanitarias, es bien conocido que la tanatología resulta una herramienta esencial para comprender y acompañar a estudiantes, tanto en espacios rurales como urbanos, a lo largo de este difícil proceso. Este artículo tiene como objetivo presentar una guía para la atención psicológica desde una perspectiva tanatológica, enfocada en la educación, durante una catástrofe en Guerrero.

Durante la pandemia por COVID, los profesores dieron muestra y testimonio de su labor como formadores, soporte y acompañantes de sus estudiantes ante las situaciones límite que la vida presenta y ante las que, de acuerdo con Viktor Frankl, el ser humano debe ejercer libertad de actitud y ejercicio de valores para encontrar un sentido aún ante aquello que se presenta como desalentador, terrible e incontrolable.

Algunas de las acciones propuestas por la tanatología, que sirven para la reconstrucción del tejido social desde la educación (instituciones y agentes) después de una catástrofe natural son:

-Comprensión del impacto del desastre: es vital realizar una evaluación precisa de los daños y las necesidades inmediatas tanto en espacios urbanos como rurales. Esto permitirá identificar áreas de mayor vulnerabilidad y asignar recursos de forma eficiente.

-Reconocer las pérdidas: la tanatología nos enseña que el duelo no solamente se aplica a la pérdida de seres queridos, sino también a la pérdida de bienes materiales, rutinas y seguridad emocional. Es esencial validar y respetar estos sentimientos en los estudiantes, docentes y familias que conforman a la comunidad afectada, incluso aquellos integrantes que no se encontraron en el momento y lugar de afectación. Lo que dañó a unos, nos impacta a todos como grupo social.

-Establecer espacios seguros: ante la amplia gama de emociones displacenteras que los estudiantes pueden experimentar en escenarios de desastre es importante contar con ambientes de confianza.

-Encontrar en la comunidad escolar un entorno de apertura y confianza coadyuva para que puedan expresar sus sentimientos sin temor al juicio y en cambio, sentirse respaldados, escuchados, respetados desde un auténtico interés. El vivir estos espacios seguros, no significa que haya necesariamente personas ajenas al dolor o especialistas disponibles en todo momento, significa reconocer la fortaleza que desde la empatía sincera nos da la vulnerabilidad que vivimos desde nuestra humanidad.

-Facilitar la comunicación: la tanatología subraya la importancia de la comunicación efectiva en el proceso de duelo. Establecer canales de comunicación claros y accesibles para los estudiantes, así como promover el diálogo entre ellos, contribuirá a la sanación grupal. Incluso antes de retomar las actividades escolares de manera formal, la comunidad escolar puede extender sus lazos para procurar y provocar estos espacios tan necesarios en estas circunstancias de emergencia.

-Apoyo emocional y psicológico: es esencial que los educadores y profesionales en tanatología validen las emociones d ellos estudiantes, reconociendo que cada individuo experimenta el duelo de forma única y que los tiempos de recuperación también son individuales. La vivencia de estado de emergencia es una urgente necesidad de experimentar la verdadera personalización del aprendizaje y la formación integral.

-Ofrecer herramientas de afrontamiento: la tanatología brinda técnicas para enfrentar el duelo, como el establecimiento de rutinas, el ejercicio físico y la expresión creativa. Proporcionar estas herramientas es esencial para la recuperación y son elementos clave desde la visión de la Nueva Escuela Mexicana.

-Orientar a la comunidad escolar hacia la resiliencia y la reconstrucción: la educación apoyada en la tanatología y la logoterapia no sólo se centra en la recuperación, sino también en el crecimiento a través de la adversidad. Incentivar la resiliencia en los estudiantes, ayudándoles a encontrar significado y propósito en medio del caos, es esencial para el fortalecimiento de las personas y sobre todo, para retomar la autopercepción como agentes de cambio y de toma de decisiones para el bienestar común desde la cooperación y la comunidad.

-Establecer proyectos de reconstrucción comunitaria: la colaboración en proyectos de reconstrucción además contribuye a la recuperación física, sino que también fomenta la cohesión social y la solidaridad entre los estudiantes, tanto en áreas rurales como urbanas.

Reconocer el poder que tienen los maestros para apoyar a sus alumnos ante la vivencia de un huracán devastador, desde una perspectiva basada en la pedagogía del cuidado y la resiliencia puede accionar un enfoque interdisciplinario que integra elementos de diferentes corrientes y enfoques educativos para abordar las necesidades emocionales, cognitivas y sociales de los estudiantes afectados. Es necesario apoyar a los estudiantes en la seguridad de que tienen la capacidad de superar desafíos y adversidades, promoviendo así su autoconfianza y determinación. Este punto se fortalece al integrar actividades y estrategias que promuevan habilidades como la autorregulación emocional, la empatía y las habilidades sociales. Hay que enfocarnos como docentes en fortalecer la cooperación y el apoyo mutuo para construir entre compañeros, un sentido de comunidad y solidaridad.

Otro elemento educativo útil para la recuperación de la comunicad desde el aprendizaje es el enfoque educativo para la ciudadanía global que nos permite compartir con los estudiantes la importancia de la sostenibilidad, la prevención de desastres y la responsabilidad colectiva en la protección del entorno natural. Incluso hay que abrir la oportunidad al aprendizaje experiencial e integrar actividades y proyectos que permitan a los estudiantes aplicar sus conocimientos en situaciones de la vida real, como la planificación para emergencias o la participación en actividades de recuperación comunitaria y para ello, no es indispensable contar con aulas, sino abrir la experiencia a las problemáticas reales de la vida, tal como nos lo demostró la resiliencia educativa en la pandemia (Medina y García, 2022).

Por último, es importante reflexionar sobre la oportunidad del aprendizaje-servicio en nuestra comunidad educativa de Guerrero, ya que es inmensa y puede significar un impacto positivo en la formación integral, crítica y empoderada de los estudiantes y profesores y, sobre todo, en su recuperación y vivencia de resiliencia.

Desde el aprendizaje-servicio podemos involucrar a los estudiantes en actividades prácticas que de acuerdo con su edad y posibilidades, abordan necesidades reales de la comunidad. Esto les brinda una oportunidad única para participar activamente en la recuperación y reconstrucción, fomentando un sentido de pertenencia y compromiso cívico mientras adquieren habilidades prácticas y transferibles, como liderazgo, trabajo en equipo, planificación y resolución de problemas, mientras participan en proyectos de servicio que abordan las necesidades de su comunidad. Este aprendizaje se extiende a los alumnos que no sufrieron directamente el paso del huracán Otis pero se sienten vulnerables e impactados aunque vivan en otros contextos y territorios del país e incluso es importante considerarlo para el abordaje de situaciones de catástrofe humana, como significa la guerra, ya que al trabajar directa o indirectamente con y para personas que han experimentado la devastación de un huracán o de crisis humanitarias por conflictos bélicos, los estudiantes tienen la oportunidad de desarrollar una mayor comprensión y empatía hacia las experiencias y desafíos de los afectados. Los estudiantes tienen la oportunidad de aplicar lo que han aprendido en el aula a situaciones del mundo real, lo que fortalece su comprensión y demuestra la relevancia y utilidad del conocimiento académico en la vida real. El aprendizaje-servicio promueve una perspectiva de ciudadanía global al fomentar la conciencia de los desafíos que enfrentan las comunidades en crisis y al inspirar a los estudiantes a tomar medidas para abordar estas cuestiones.

Es importante que como profesores recordemos que el aprendizaje-servicio puede promover una mayor cohesión y solidaridad dentro de la comunidad, alentando la colaboración entre distintos sectores y fomentando la construcción de relaciones interpersonales significativas.

Si los profesores logramos combinar elementos de estos diferentes enfoques educativos, podemos proporcionar un apoyo integral a los alumnos que han vivido esta devastadora catástrofe natural ya que centramos nuestra acción crítica en el bienestar emocional, la resiliencia y el desarrollo de habilidades prácticas para afrontar y superar situaciones de crisis, que son los recursos más valiosos y disponibles aún en situaciones de precariedad. Esta forma de educación activa y comprometida puede tener un impacto duradero en los estudiantes y en la comunidad en su conjunto.

La tanatología aplicada a la educación durante la catástrofe en Guerrero ofrece una guía valiosa para la atención integral de los estudiantes. Al comprender el impacto del desastre, establecer espacios seguros, proporcionar apoyo emocional y promover la resiliencia, podemos contribuir a la recuperación de la comunidad educativa, fortaleciendo así su capacidad de enfrentar y superar las adversidades naturales y extender este aprendizaje a otros aspectos inciertos de la vida.

*Profesora-investigadora ITESO

Referencias:
García Márquez, H. & Medina Gual, L. (2021). Aprender en contingencia en la costa oaxaqueña. La educación en contingencia (durante COVID-19) en la Costa Oaxaqueña – YouTube
Poy Solano, L. (26 de octubre de 2023). Desconoce SEP magnitud de daño en infraestructura por Otis. La Jornada. (https://www.jornada.com.mx/noticia/2023/10/26/politica/desconoce-sep-magnitud-de-dano-en-infraestructura-por-otis-2134)

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