Biopolítica de la guerra y educación en la afectualidad

Dra. Iliana Lo Priore (*) / Dr. Jorge Díaz Piña (**)

Es un hecho innegable que la posibilidad real de la inminencia de una guerra nuclear que exterminaría la vida humana, nos está haciendo reflexionar nuevamente sobre la naturaleza inviable, al parecer ontológica, de la convivencia moderna entre quienes somos diferentes.  Es evidente que no nos reconocemos como iguales-diferentes, pese a la promesa incumplida de la Modernidad de considerarnos iguales y justicieramente a todos.  

Cuando sobresale el expansionismo geopolítico moderno de un grupo, clase, etnia, religión, Estado, gobierno, etcétera, que considera a los otros iguales-diferentes como enemigos por su abierta diferencia al manifestar su resistencia a ser dominados por otros, o por mantener su independencia o autonomía dignificadoras de su particular condición sociocultural.

Al indicar la condición ontológica, nos referimos a las proposiciones de Balibar (2000) sobre la dialéctica que habita al ser de los individuos en torno a las “sustancias” que lo constituyen en su doble deseo de libertad (subjectum) y de sujeción (subjectus). La primacia del subjectum sobre el subjectus conduciría a la formación de la ciudadanía emancipada de las sujeciones. Ambas sustancias constituyentes se desplegarían prevalecientemente según los contextos sociopolíticos y tipos de educación en que se desenvuelvan.  

Siendo el momento histórico de la confrontación disyuntiva dominio-libertad el que decidiría que los resistentes sean envueltos bajo la figura de enemigos por quienes pretenden someterlos y sujetarlos a sus intereses y dictados en los planos locales, regionales, internacionales o mundiales geopolíticos

Aunque discrepamos de quienes promueven el entendimiento de la conducta humana a partir de su determinismo socioeconómico, no dejamos de reconocer su incidencia.  Tanto es así, que consideramos que sin cambiar el contexto socioeconómico actual que los aliena, no se favorecerá su autonomía para optar por una sociedad donde las relaciones sociales neutralicen pensar y practicar la política como vínculo con los demás según sean estimados como amigos o enemigos.  Sociedad emancipada de las alienaciones hasta ahora no pensada ni explorada suficientemente, ya que ni el capitalismo liberal o neoliberal, ni el capitalismo de Estado o “socialismo”, ni el nazifascismo, han generado las condiciones desalienantes y auténticamente liberadoras, porque se adscriben, unos más que otros, a la lógica amigo-enemigo que ya ha conducido, por ejemplo, al genocidio y exterminio de millones de seres humanos por medio de bombas atómicas y de los campos de concentración. 

Lógica que se asienta, como última instancia, en la contraposición de los tipos de afecto: afectual-desafectual.  Lo afectual se concibe como la resonancia empática entre los cuerpos que promueve sentir y sentirse juntos para pensar en la actuación sociocultural y política. Por desafectual, se entiende lo contrario.  

En consecuencia, la violencia de la beligerancia amigo-enemigo se neutralizaría en la medida que prevalezca la relación afectual.  De aquí la relevancia de una educación que propenda a formar en la afectualidad o en ámbitos de resonancia empatizadora (Lo Priore & Díaz 2021a, 2021b, 2022).

Es de aclarar que para nosotros lo político consiste en el despliegue de la relación afectual, convivencial, dialógica y ética con la diferencia de los(as) otros(as), su otredad, su alteridad, sin mediar imposición estatal-gubernamental alguna.  

Lo que implica asumir en la política el trato humano como adversarios potencialmente amigables con quienes han sido estigmatizados como enemigos.  Para ello hay que despojarse del ofuscado criterio delirante de que tan solo uno de los adversarios es el poseedor de “la razón” o de “la verdad”.

Lo político como noción distinta de la política, surgió como aporte de Carl Schmitt con su texto El concepto de lo político (2002). En este, plantea como especificidad definitoria de lo político el par categorial amigo-enemigo, resaltando, por ende, el antagonismo. 

Dicho antagonismo, en tanto fundamento de lo social, lo autonomiza o independiza de los contextos en que empíricamente pueden producirse conflictos sociales entre actores(as), grupos o gobiernos antagonistas en un momento dado, así como de los asuntos prácticos respecto al Estado o el gobierno, o de relaciones entre estos últimos con otros Estados o gobiernos, para los cuales reserva la denominación de política. No obstante, la diferenciación y autonomización de lo político con relación a la política, esta debe someterse referencialmente a los criterios de lo político para actualizarse en sus acciones.

Es sabido que detrás de los conflictos geopolíticos entre gobiernos y naciones se encuentra la confrontación de intereses económicos depredadores de grupos de poder que consideran imprescindibles para su hegemonía, la expansión territorial de su dominio sobre otros países, regiones o pueblos, conquistando mercados para sus mercancías y obtención barata de materias primas, así como el fomento de la compra-venta de armas ofensivas y defensivas. Garantizando su dominio con el emplazamiento de bases militares para intimidar o presionar ante cualquier resistencia y atacar el surgimiento de un probable enemigo a cualquier escala. 

Por consiguiente, hay que presionar para que la prevalencia de lo irracional en lo económico, se encauce en los marcos de la racionalidad productiva ecológica, convivencial y comunitaria, sin competitividad ni depredación de la naturaleza y explotación de los otros(as), buscando la complementariedad cooperativa en las cadenas productivas y entre regiones o naciones para propiciar la satisfacción en común de las necesidades de los pueblos indoafrolatinoamericanos y caribeños.

Toda identidad lo es en referencia a una diferencia. Si toda identidad es relacional, se puede entender que la política conlleva a una constitución de un nosotros(as) delimitado de un ellos(as), pero esto, según Mouffe (2016), no hace que esa relación sea necesariamente de amigo/enemigo, esto es, una relación antagónica, a pesar de que, en determinadas circunstancias, el nosotros(as) se perciba como una amenaza a la existencia de un ellos(as). 

Cuando están en juego las constituciones de las identidades políticas colectivas, en el contexto de una disputa nosotros(as)/ellos(as), esto conlleva a las expresiones pasionales que pueden exacerbar el antagonismo y producir violencia. Por tanto, es relevante concebir modos de producir afectos comunes orientados a crear un “nosotros adversarial” y no antagonista. 

De aquí que los afectos o las afectualidades, son susceptibles de ser orientados de modo contrahegemónico promoviendo afectos comunes, ya que “un afecto solo puede ser desplazado por otro afecto opuesto más fuerte” (Mouffe, 2016, p. 37).

Una política contrahegemónica requiere de la creación de un ordenamiento libremente escogido e instituido democráticamente diferente de deseos y necesidades para generar una voluntad colectiva que se apoye en afectos comunes orientados a la promoción de otras relaciones sociales, en este caso, afectuales.   

Las nuevas relaciones sociales a propiciar por la contrahegemonía debiesen ser, principalmente en la educación, expresión anticipatoria de una sociedad-otra, afectual.  Relaciones afectuales producto de la transfiguración de la afectividad intersubjetiva en un nuevo nivel de intensidad empática trans-subjetiva indistante, para lograr LA CONVIVENCIA PACÍFICA PESE A LAS DIFERENCIAS POR CUANTO ESTARÍAN SOPORTADAS EN UNA BASE ÉTICA DEL RECONOCIMIENTO EMPÁTICO-AFECTUAL DE LA ALTERIDAD DIGNIFICADORA DE LOS(AS) DEMÁS, sin expansionismo imperial, depredación, explotación y dominación.

 

Referencias

Balibar, Étienne. (2000). Sujeción y subjetivación, en B. Arditi (Ed.), El reverso de la diferencia. Identidad y política (págs. 181-195). Caracas: Nueva Sociedad.

Lo Priore, Iliana & Díaz, Jorge (2022).  La formación liberadora y los campos de sensibilidad simbólico-educativos. https://insurgenciamagisterial.com/la-formacion-liberadora-y-los-campos-de-sensibilidad-simbolico-educativos/

Lo Priore, Iliana & Díaz, Jorge (2002).    ¡Por una educación – otra! https://www.educaciónfutura.org > por-una-educacion-otra

Lo Priore, Iliana & Díaz, Jorge (2021a). La afectualidad en la educación. Una política de resonancia liberadora postpandémica.  Valencia: Universidad de Carabobo-Universidad de La Serena Chile.

Lo Priore, Iliana & Díaz, Jorge (2021b).  La educación que viene: entre el metaverso y el multiverso. https://www.educacionfutura.org › la-educacion-que-viene

Mouffe, Chantal.  (2016).  Política y pasiones. El papel de los afectos en la perspectiva agonista. Valparaiso: Editorial UV Universidad de Valparaiso.

Schmitt, Carl.  (2002).  El concepto de lo político.  Madrid:  Alianza Editorial.

 

*Iliana Lo Priore. Doctora en Educación. Email: ilianalopriore11@gmail.com

**Jorge Díaz Piña. Doctor en Ciencias de la Educación. Email: diazjorge47@gmail.com

 

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