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CNTE-gobierno: enfrentamiento interminable

La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) persiste en su movilización y ataque a la Reforma Educativa. En tanto, el gobierno no le atina, no sabe cómo frenar a los maestros disidentes. A juzgar por las posturas, parece que el enfrentamiento va para largo.

Foto: internet
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La semana estuvo pletórica en declaraciones. Por una parte, los maestros en paro acusaron al gobierno de no buscar soluciones al conflicto ni de continuar con el diálogo. En sentido contrario, la protesta de grupos civiles, empresarios y ciudadanos comunes, en especial la acción de padres de familia de zonas pobres que tienden a radicalizarse en demanda de clases, forzó al gobierno a endurecer su discurso.

El secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, regresó a la palestra. Aprovecha los foros de consulta acerca del Modelo Educativo y la Propuesta Curricular para la Educación Obligatoria con el fin de insistir en la política que enarboló desde que tomó posesión. Hoy dice: no habrá diálogo con la CNTE mientras no haya clases.

Esta vez el presidente Peña Nieto lo apoya. El 1 de septiembre endosó la postura de Aurelio Nuño. Quizá desde antes había instruido al secretario de Gobernación,Miguel Ángel Osorio Chong, a declarar que de aquí en adelante las negociaciones con la CNTE serán públicas. Mas no me fío. La transparencia no es un atributo de la Segob, que se niega a publicar las minutas de los acuerdos hasta que tiene a grupos civiles encima.

A fe mía que esas declaraciones no intimidan a los militantes. Ni los anuncios de despidos y descuentos. Ellos confían en que —como de costumbre— doblegarán al gobierno. Los disidentes ya demostraron que las notas en su contra en los periódicos y los medios no les importan. Pero sí les perturba que padres de familia comiencen a tomar escuelas y a expulsar a los maestros en paro. La presión desde abajo les resta legitimidad.

El panorama es enrevesado. No vislumbro una solución a corto plazo. Las llamadas a aplicar la ley e imponer el Estado de derecho, aun siendo lícitas, no hacen mella en las autoridades. En realidad —pienso— el gobierno no tiene fácil la alternativa del uso de la fuerza; hace mucho que perdió su monopolio. No es posible reprimir a miles de manifestantes que, además, constituyeron redes de protección ideológicas, políticas y hasta materiales.

Con todo y que le encuentro méritos a la propuesta curricular y que los foros de consulta le acarrean algo de legitimidad —compensatoria, diría Hans Weiler— al gobierno, el tiempo se le viene encima. Además, el “humor social” se enrarece cada vez más. El presidente Peña Nieto da un traspié tras otro —¿Qué necesidad había de invitar a Donald Trump?— que lo convierte en blanco de críticas ásperas. Incluso, hoy paga pecados de hace 25 años.

En estos escenarios turbios, Juan Díaz de la Torre y sus huestes siguen navegando de a muertito, su gimnasia en disimulo les rinde frutos y poco a poco retoman el control de los territorios colonizados. Ese grupo sabe que la Secretaría de Educación Pública los necesita, sin ellos no puede llegar a las escuelas. Pero el SNTE tampoco puede apaciguar a la CNTE.marcha-cnte-oaxaca

La Junta de Gobierno del Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación, ya por sensibilidad, ya por no poder resistirse a las presiones, hizo mudanzas a las propuestas de evaluación. El relajamiento de la tasación del desempeño docente tal vez disminuya la ansiedad de muchos maestros, pero no satisface a la CNTE.

Parecería que —a pesar de los esfuerzos de la SEP— la Reforma Educativa va en retroceso; más todavía tras la mañana triste de Nochixtlán. Al igual que la educación en general, la reforma es prisionera de los afanes de la CNTE y del SNTE. La colisión de la Coordinadora con el gobierno parece interminable.

        *Académico de la Universidad  Autónoma Metropolitana

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