En los dos años pasados observamos más declaraciones que suspensiones verdaderas. No obstante, aunque sea con una porción de su membresía y apoyo de otras organizaciones sociales radicales, la CNTE tiene capacidad de movilización para causar perjuicios. Bastan unas decenas de maestros decididos para bloquear una vía del tren en Michoacán o sitiar oficinas gubernamentales en otras partes, como las del SAT en Oaxaca, el viernes, o paralizar la Autopista del Sol, que no lo han hecho.
Con todo y que cada vez son menos manifestantes, su agresividad no baja, tampoco su ilusión de echar abajo la Reforma Educativa; ésa fue la demanda principal en la marcha de unos cientos de maestros el 1 de mayo en la Ciudad de México. La Sección 22 de Oaxaca es más explícita: quiere una mesa de diálogo en la Secretaría de Gobernación, como en los tiempos en que Luis Enrique Miranda era subsecretario. Además, demanda que la Procuraduría General de la República y la Secretaría de Hacienda descongelen las cuentas bancarias que el gobierno le expropió el 20 de julio de 2015. También pretende que el gobierno local derogue el decreto de ese día mediante el cual descolonizó el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca. Para ser fiel a su pasado inmediato, también reclama plazas de maestros en automático para los egresados de las 11 escuelas normales de la entidad.
Los líderes no sólo dicen como los jóvenes de mayo del 68 en París, ser realistas y pedir lo imposible, quizás hasta crean que lo pueden lograr. Desean que el gobierno federal pague la prima de antigüedad de 14 mil 684 jubilados que, según la S-22, asciende a 430 millones de pesos. Más aún, exigen 82 millones de pesos para entregar el bono anual por el Día del Jubilado a más de 16 mil extrabajadores. Por si fuera poco, informó Reforma (30/04/2018), el pliego petitorio de la S-22 demanda la renovación, mantenimiento y gasolina para su parque vehicular y que el gobierno remodele y equipe la Casa del Maestro Oaxaqueño.
El asunto es que estos paros son más ficticios que reales; no así los perjuicios que causan. Aunque no hagan huelga y asistan a las escuelas —para que no se les descuente el día—, los maestros no dan clases a los niños. Organizan “asambleas informativas” con padres y pobladores para solicitar apoyo a su causa “justa”, que no puede ser más injusta. Si bien el gobierno arrebató al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación y a su brazo radical, la CNTE, territorios simbólicos y poderes reales, no ha finiquitado la movilización. El aparato propagandístico de la CNTE es robusto, a pesar de no contar con fondos; también, como señaló un colega, sus militantes están envalentonados por el empeño de Andrés Manuel López Obrador y Morena de acabar con la Reforma Educativa.
Sin embargo, los militantes de la CNTE ya tienen contrapesos sociales. Muchos padres de familia ya no les hacen caso, los rechazan, los expulsan de algunas comunidades y apremian la presencia de maestros de la sección rival, la 59. También, organizaciones de la sociedad civil, como Mexicanos Primero, los acosan con demandas e información al público sobre sus faltas. Aun así, sus tácticas y demandas no se mueven; se aferran a un pasado que no regresará, aunque gane AMLO la Presidencia. Él no tolerará huelgas de la CNTE ni cederá poder a la gente de la señora Gordillo.
RETAZOS
La Sección 42 (estatal) del SNTE, de Chihuahua, levantó la huelga que mantenía desde el 17 de abril. Recuperó algunos de los privilegios que tenía, pero no prosperó la tirada del gobierno local de echar la pelota a la SEP para que pague a maestros de reciente ingreso e interinos, algunos que entraron por medio de chapuzas de funcionarios (colonizadores) de la Secretaría de Educación local.
Una buena noticia. El Instituto Nacional Electoral rechazó la censura contra el video de Mexicanos Primero. Pudiera decirse, plagiando a la publicidad gubernamental, que los niños también cuentan y cuentan mucho.
Mi amigo, El Maestro, acuñó una máxima: “No importa quién gane, todos perdemos”.