Vivimos tiempos de incertidumbre, México se complica cada vez más, el jueves recibimos el twitterazo de Donald Trump que carga los pronósticos pesimistas sobre la economía del país. La bronca que vislumbro: más recortes al gasto público, pero con raseros distintos.
La política del presidente López Obrador se aplica con una vara clemente a líderes y bases de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación —y del conjunto de facciones del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación—, pero castiga a instituciones de educación superior y a su gente.
En su carta del 27 de mayo dirigida a la CNTE, AMLO se compromete a basificar a “todos los maestros que trabajan en distintos regímenes y modalidades en el sistema de enseñanza pública, cumpliendo las normas de la ley federal de trabajadores al servicio del Estado”.
Es un gesto que reivindica demandas de maestros que se desempeñan como interinos o suplentes, pero que —sin generalizar por supuesto— entraron por medios irregulares y opacos. Nada más en Sinaloa, según denuncia Mexicanos Primero, hay alrededor de 12 mil. En Chiapas exigen más de siete mil plazas y en Oaxaca y Guerrero hacen cálculos. Los de Michoacán exigen más, después de logros soberbios por bloquear vías de ferrocarril.
En contraste, a raíz del memorándum del presidente del 3 de mayo, los jefes de la Universidad Pedagógica Nacional no recontratarán a profesores interinos. El 30% de las plazas docentes en la Unidad Ajusco de la UPN son interinatos y en las unidades foráneas rayan del 50% al 70 por ciento.
No presumo que todos los transitorios sean buenos trabajadores, algunos sí —y hacen un trabajo ejemplar—, pero para ellos no habrá basificación. La Cuarta Transformación mide con otro báculo a la educación superior.
Por ejemplo, la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior está al borde de la bancarrota, ya sin dinero para pagar las quincenas y endeudada por sufragar salarios de sus trabajadores en lo que va del año. El gobierno no le entrega el subsidio.
Otros nubarrones amenazan al profesorado de las universidades públicas, en especial a los productores de ciencia y tecnología. La Jornada de Oriente (30/05/2019) anota que el subsecretario de Educación Superior —Luciano Concheiro— declaró que los estímulos a los investigadores se otorgan “de acuerdo con la disponibilidad presupuestaria”. Y, el gobierno federal no cuenta con recursos para mantenerlos más allá de junio de 2019. Dejó entrever que el Sistema Nacional de Investigadores y los diferentes programas de becas están en la mira.
Todo, acentuado por una desmesura del centralismo: los científicos que trabajan en instituciones federales requieren de la autorización autógrafa del Presidente para asistir a foros internacionales.
Lo dicho, incertidumbre en la economía, pero certeza en el trato a los docentes de México. Hay dos varas para medir: para los de la CNTE y del SNTE, más. Para los de la educación superior, menos. ¿Qué sigue?