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El Movimiento de los Sin Tierra en Brasil: su propuesta política-pedagógica

El Observatorio del Derecho a la Educación y la Justicia (ODEJ) es una plataforma para el pronunciamiento público, impulsado por el campo estratégico en modelos y políticas educativas del Sistema Universitario Jesuita (SUJ). Su propósito consiste en la construcción de un espacio de análisis informado y de posicionamiento crítico de las políticas y las reformas educativas en México y América Latina, arraigado en la realidad social acerca de las injusticas del sistema educativo, y recupera temas coyunturales y estructurales con relación a la agenda educativa vigente.

Proyecto: Pensamiento pedagógico latinoamericano por el derecho a la educación. Universidad Iberoamericana, Ciudad de México

La lucha de los sujetos del campo por hacer visibles sus demandas y su identidad en un país tan diverso y vasto como Brasil tiene un referente indiscutible en el Movimiento de los Sin Tierra (MST). Este movimiento se constituyó formalmente en 1984 en la región sur de Brasil cuando sectores desplazados del campo se organizaron para luchar por un pedazo de tierra donde vivir y producir sus alimentos. Los principales factores que explican el surgimiento del MST son: las luchas por la reforma agraria, la lucha contra la dictadura impuesta en 1964 y la crítica al capitalismo. En sus inicios, el MST tuvo un fuerte apoyo de la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT), creada en 1975. Esta organización estuvo ligada a la teología de la liberación, corriente progresista dentro de la Iglesia Católica que se manifestó por los pobres y los oprimidos. En el particular contexto de Brasil, uno de los sectores oprimidos eran los campesinos desplazados del campo a la Amazonia o a las grandes ciudades por la política modernizante para el campo que aplicó la dictadura militar.

La estrecha articulación entre el MST y la CPT es lo que otorgó al movimiento su distintiva proyección nacional. En un principio fue gracias a la ayuda de la CPT que pequeñas organizaciones pudieron articularse en un movimiento más grande. En la década de 1980 el MST, la Central Única de Trabajadores (CUT) y el Partido de los Trabajadores (PT), fueron tres de las principales organizaciones que lucharon en contra de la dictadura militar y por la democratización del país. El MST aspiraba a reconstruir humanamente a los sujetos que participaban del movimiento. En este marco, comenzó a visibilizarse la propuesta político-pedagógica de la organización que buscaba incidir más allá de la política institucional y reconstruir culturalmente al sujeto social.

La propuesta político-pedagógica para el sujeto del campo

El MST entiende a la pedagogía como “teoría y práctica para la formación humana”, en ese sentido la pedagogía abarca todos los momentos de la vida del sujeto como parte del movimiento social. La pedagogía es una propuesta política en cuanto reflexiona sobre las circunstancias socio-históricas que “sobredeterminan” a los sujetos sin tierra y las formas para incidir en la realidad social con la finalidad de vivir digna y humanamente. La “pedagogía en movimiento” que propone el MST es una formación y educación amplia que implica la cotidianidad, el trabajo, la convivencia y organización como colectivo, la resistencia política y la toma de tierras.

Aunque la pedagogía y la educación no se reducen sólo a la escuela, ésta es de suma importancia para la formación humana y digna, dado que allí se construye un espacio de lucha contra las injusticias sociales. En este sentido, para el MST la educación es una práctica política, pues se inserta en un proyecto de transformación social.

Desde los primeros años del movimiento, el tema de la educación fue clave para sus militantes, por lo que la formación y alfabetización de niños y adultos participantes del movimiento fue una cuestión a tratar tempranamente en las asambleas. Se concluyó que era necesario construir escuelas en los campamentos, pues las escuelas oficiales normalmente estaban muy alejadas de estos espacios. Además, recuperando la visión de la “pedagogía del oprimido” de Paulo Freire, se pensó que los contenidos de las escuelas oficiales no permitían pensar la realidad de los campesinos, a la vez que se opusieron a la perspectiva desarrollista que visualizaba al campo como atrasado y subdesarrollado.

La propuesta pedagógica para las escuelas del MST se realizó en 1990 y se tomaron en cuenta los aportes de algunos clásicos de la pedagogía como José Martí, Paulo Freire y Antón Makarenko. Se propuso una “escuela diferente” que significó recuperar su propia realidad y reflexionar y educarse en torno a ella. La palabra “diferente” pasó a ser un concepto transversal en esta propuesta, como crítica de lo “homogéneo” que en su afán universalista y con intereses sociales, políticos y económicos, intenta imponerse sobre las diversas formas de ser y estar en el mundo. La pedagogía del movimiento no propone un adoctrinamiento, sino una reflexión crítica por parte de los educandos y depende de las necesidades y percepciones de los sujetos activos. En ese sentido retoman la crítica de Freire a la educación para la “domesticación” y proponen una perspectiva de la educación para la “libertad”. Esta propuesta es crítica no sólo de las formas hegemónicas de educación impulsadas desde el poder, sino también de las formas más dogmáticas propuestas por sectores que pretenden ser críticos con las desigualdades sociales.

Uno de los primeros logros en materia de educación del MST fue la “escuela itinerante” con reconocimiento oficial en la década de 1990. El carácter de itinerante se entiende como “ambulante”, que permite la movilidad de las familias y se desarrolla en los diversos lugares donde el MST lucha por sus derechos a la tierra y la educación. Estas escuelas acompañan al movimiento en manifestaciones públicas, congresos, acciones directas, etc. Para el MST la escuela en la resistencia también educa, es parte de un proceso pedagógico complejo de un movimiento que construye subjetiva y objetivamente un mundo distinto.

Otra iniciativa fue la ciranda infantil como un espacio para la formación de los niños más pequeños. La idea de este espacio es facilitar la participación de las mujeres en los distintos eventos de lucha y reflexión. Para ello se promueve que las mujeres no tengan que cuidar todo el tiempo a los niños, sino que tengan apoyo por parte de los hombres y otros miembros del movimiento, de manera que se geste una participación más igualitaria entre los géneros.

Otro de los avances que el MST logró junto a otros movimientos campesinos fue la propuesta de la educación del campo que surge a través de intensos debates establecidos por el MST y otras instituciones y movimientos del campo a través de tres importantes eventos: el ENERA (I Encuentro Nacional de Educación por la Reforma Agraria) realizado en 1997 y, la primera y segunda conferencias nacionales por una Educación Básica del Campo realizadas en 1998 y 2004, respectivamente. A través del debate durante el primer ENERA surgió el Programa Nacional de Educación de la Reforma Agraria (PRONERA) en 1998, con la finalidad de fortalecer la educación creando métodos educativos que consideraran las particularidades de la realidad brasileña y campesina. Con este programa se intensificaron significativamente los cursos dirigidos hacia la educación del campo. En datos estimados por el MST, se habla de aproximadamente 1,800 escuelas públicas en los asentamientos y campamentos donde estudiaron alrededor de 200 mil niños, jóvenes y adultos en los últimos años. También se creó la Licenciatura en Educación del Campo que hasta hoy se imparte en distintas universidades donde colaboran diferentes investigadores ligados a centros de estudio social y educativo.

El MST considera que la educación pública debe ser gestionada económicamente por el gobierno, pero la organización y planeamiento debe quedar en manos de la sociedad. Al mismo tiempo, abogan por la construcción de sus propias escuelas de manera totalmente autogestionaria, como la Escuela Nacional Florestan Fernandes (ENFF), principal centro de educación del MST, que se encarga de educar a cientos de intelectuales orgánicos del movimiento, además de militantes de organizaciones sociales y campesinas que tienen vínculo con el movimiento en otros países del mundo.

Ante el clima de inestabilidad política y social que se vive actualmente en Brasil, es de llamar la atención hacia qué rumbos se orienta el quehacer político-pedagógico del MST. En el marco del derecho a la educación, resulta preocupante el congelamiento al gasto público en educación y salud por los próximos 20 años, el cierre de escuelas de nivel medio (bachillerato) que afecta directamente a los estudiantes rurales, pues deben ir a estudiar a las escuelas de la ciudad que tienen una perspectiva alejada de las problemáticas del campo; y la reforma a la educación secundaria, dirigida hacia sectores privilegiados económica y socialmente. Dado que el MST considera que el Estado tiene que ser responsable de sostener la educación pública, ¿qué papel tiene actualmente el movimiento como organización política, social y educativa para hacer frente a los gobiernos abiertamente neoliberales? ¿cómo se resignifica la resistencia social en este contexto actual?

 

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