Elba Esther, Peña Nieto y Díaz de la Torre
- Carlos Ornelas
- 15 febrero, 2018
- Opinión
- Carlos Ornelas
El 25 de enero, una de mis exalumnas, conocedora del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, me comentó —en respuesta a uno de mis artículos— que Elba Esther Gordillo salió de la cárcel con una sed de venganza cultivada por cuatro años y nueve meses de prisión; considera que Enrique Peña Nieto y Juan Díaz de la Torre la traicionaron. Al primero lo apoyó para llegar a la gubernatura del Edomex; el segundo se ganó su confianza por encima de viejos allegados.
En su columna de este lunes, Raymundo Riva Palacio ratifica dicha conjetura. “La maestra Elba Esther Gordillo comenzó la venganza contra el presidente Enrique Peña Nieto, a quien responsabiliza directamente de meterla a la cárcel acusada de delincuencia organizada y lavado de dinero” (El Financiero, 12/2/2018). Aparte de ese agravio, arguye mi exalumna: “Le quitaron algo más: estar con su hija Mónica. Ella era todo para la maestra y el hecho de no haber podido acompañarla en sus últimos meses de vida debió haber sido un infierno. Esto pudo haber incrementado su rencor”.
“Por todo esto —continúa— creo que la maestra salió con un objetivo muy claro: la venganza. Y la forma de hacerlo es quitándole el poder a sus dos exaliados: EPN y Juan Díaz. Para ello, primero deberá quitar al PRI del poder”. Ella y Riva Palacio coinciden en que tal es la razón principal del acercamiento entre la señora Gordillo y Andrés Manuel López Obrador. El SNTE es la arena que la señora Gordillo escogió para librar batallas y empezar la revancha.
En los días previos a la celebración del VII Congreso Nacional Extraordinario del SNTE, que se celebró este lunes en Puerto Vallarta, se dieron los primeros escarceos. Varios comentaristas hicieron eco de la nota de que un juez federal concedió un amparo a tres profesores en contra de JDT que, repetían los seguidores de la señora Gordillo en las redes sociales, le impide ser el presidente del sindicato.
Pero los hechos del Congreso muestran que Juan Díaz fue un buen aprendiz de su mentora: no entraron delegados de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, se excluyó a elbistas notorios y se tuvo un control casi policial de todo alrededor del Congreso; como en los tiempos de la señora Gordillo. JDT no sólo se hizo presidente por una abrumadora mayoría (sólo 39 abstenciones de casi cuatro mil delegados), sino que impuso cambios institucionales. Erradicó el ostentoso nombre de Consejo General Sindical para el Fortalecimiento de la Educación Pública y regresó al de Comité Ejecutivo Nacional. Él y sus fieles tienen el control del aparato.
Por acción u omisión, JDT disfrutó del apoyo de Peña Nieto. El mismo día que el juez de Baja California otorgó un amparo a los tres maestros, la SEP se apuró a señalar que era irrelevante para la administración de las relaciones laborales, que la suspensión provisional decretada en el juicio refiere sólo a los efectos de la toma de nota del 12 de marzo de 2013, que el Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje otorgó a JDT; además, que sólo beneficia a los tres quejosos. El gobierno de Peña Nieto no se cruza de brazos.
Las primeras correrías por la Presidencia de la República exhiben que a los candidatos no les interesa la educación, van a la caza de los votos de los maestros. Ninguno de quienes estarán en la boleta del 1 de julio ha dicho algo trascendente sobre la educación nacional, el derecho de los niños, el papel del aprendizaje o las cosas que en realidad afectan al sistema escolar y al magisterio.
Cierto, AMLO refuta la Ley General del Servicio Profesional Docente, pero no esclarece si está a favor de retornar a la herencia, venta y renta de puestos de trabajo. Erradicar buena porción de esa práctica es el logro mayor de dicha ley, hasta la fecha.
México merece más que diatribas y que los candidatos sólo vean a los maestros como carne de elección. ¡Qué triste panorama! La contienda política marcada por la venganza y el asedio a los maestros para las votaciones.
RETAZOS
Según el Centro Virtual Cervantes, cuando alguien desea tomar la revancha contra alguien, suele reflexionar mejor cómo va a hacerlo para que cause más daño. Ése es el significado de que la venganza es un plato que se sirve frío. Dudo que la señora Gordillo pueda producirle mucho quebranto a Peña Nieto; su embestida es en apasionada, carece de reflexión. Además, sin ser el tlatoani, EPN todavía tiene poder.