Generación de cristal

“Nadie educa a nadie, y nadie se educa a sí mismo; los hombres se educan entre sí, con mediación del mundo”…

Paulo Freire en el libro “Pedagogía del Oprimido”

La educación acompaña los cambios sociales, se adapta, pero se complejiza a partir de sucesos que se viven a nivel familiar que impacta los esfuerzos educativos. Uno de los efectos es lo que se le ha denominado como la “generación de cristal” que es se utiliza para describir a las nuevas generaciones. Surge de la percepción de que son más frágiles, sensibles o propensos a ofenderse en comparación con generaciones anteriores.

Existen un cierto consenso en que esto sucede, porque han enfrentado una mayor exposición a las redes sociales donde las críticas, el ciberacoso y las comparaciones constantes son comunes; mayor educación sobre respeto y diversidad lo que provoca menor tolerancia a los comentarios insensibles o discriminatorios; pero en mayor medida por los cambios en la crianza al interior de los hogares.

Así, está el caso de los «padres helicóptero» que son aquellos que están constantemente supervisando y entrometiéndose en la vida de sus hijos, incluso en asuntos que los hijos podrían manejar por sí mismos, lo que puede limitar las oportunidades de los niños para aprender a enfrentar adversidades; el Miedo al fracaso, llevándolos a protegerlos de situaciones en las que podrían no tener éxito, lo que limitar la capacidad para desarrollar resiliencia y entender que está bien fallar y aprender de los errores; la era de la gratificación en donde muchas cosas se obtienen de manera instantánea (información, entretenimiento, comunicación), limitando su capacidad para desarrollar paciencia y perseverancia; la sobre programación, en donde muchos niños de hoy tienen horarios muy estructurados con clases extracurriculares, deportes, lecciones y otras actividades, que puede limitar el tiempo libre de un niño para el juego no estructurado, la creatividad y aprender a manejar el aburrimiento; la Tecnología y supervisión en donde muchos padres pueden monitorear a sus hijos de formas que antes no eran posibles, como aplicaciones de rastreo o monitoreo de actividades en línea que limita la sensación de independencia y privacidad de los niños y por supuesto la priorización del éxito académico, en donde hay una presión creciente para que los niños tengan éxito, lo que puede llevar a intervenir excesivamente en la educación de sus hijos, haciendo tareas o proyectos para ellos o presionando a docentes para que den calificaciones más altas.

Necesitamos entender que la escuela no educa, el hogar si, la escuela imparte contenidos y se espera que le sean de utilidad para su vida adulta, pero las familias necesitan saber que la escuela continua la labor que se hace en casa con sus propios principios y valores desde donde se hace lo imposible para continuar con su educación.

La cita inicial precisa que la educación no es un acto unidireccional, sino un proceso colaborativo, de ahí que las familias deben conocer que lo que hacen repercute en la escuela, y que será en el hogar en donde enfrenten las consecuencias. Porque la educación es el camino…

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