En los últimos días he asistido a distintos eventos (Foros, Coloquios, Congresos, etc.), en donde uno de los temas centrales o periféricos que se discuten gira en torno a la reforma educativa y a la necesidad de que maestros y maestras seamos capaces de apropiarnos de lo que “la autoridad “dice. En primer lugar es más importante la autoridad que el propio docente (maestro o maestra) tiene en su trabajo y no la que provenga de otro lugar, ajeno a él o ella, desde afuera aun cuando sea el propio gobierno el que hable.
Aun en destacamentos vinculados con la disidencia magisterial, con el movimiento democrático en el magisterio y su relación el sindicato magisterial. La percepción que tengo de este fenómeno, es que los docentes siguen esperando desde instancias ajenos a el(los) incluyendo el gobierno que les digan con claridad que deben hacer y cómo, que (les) oriente la reforma lo que espera de ellos, que sea más clara la propuesta sobre todo en lo que se tiene que hacer.
Entonces lo que sucede es que en diversos espacios se busca la forma de entender y re-entender lo que el gobierno QUÉ es lo realmente quiere y espera de los maestros y maestras. Aquí ante este fenómeno se presentan dos escenarios en paralelo:
- Por un lado la propuesta gubernamental arropada con los diversos nombres con los que se les ha llamado (Reforma educativa, Nuevo modelo pedagógico, Pilotaje 2017, etc.), no tiene la capacidad de sintetizar globalmente lo que la educación del país necesita y lo que los docente pudieran y deberían hacer y conocer a partir de lo que hacen. En todo esto, en este tiempo mientras los docentes están preocupados e invirtiendo su tiempo en entender y re-tender qué esperan de ellos y del trabajo que realizan, de manera invisible pero intensa, las reglas van cambiando, se cancelan derechos laborales, la plaza automática desparece, desaparecen de igual manera las vías de promoción y ascenso laboral y profesional, las regulaciones contractuales fracturan una mínima forma de reconocerse como trabajadores al servicio del Estado y como profesionales de la educación al servicio de la patria. La evaluación del desempeño docente es una estrategia de control y de distracción, para que los docentes no logren mirar la realidad verdadera dentro de la cual están inmersos y han quedado atrapados.
- Por otro lado está la idea de pensar en una educación diferente no en otra reforma (porque nos colocaríamos en el mismo juego creado desde el poder), sino otra lógica de entender la gestión, el cambio la carrera docente y el compromiso con la sociedad. Los colectivos docentes deberíamos estar ocupados en esta construcción global que articule lo laboral, profesional, pedagógico, en el marco de un proyecto global de cara con la sociedad del siglo XXI con todos los cambios, exigencias y desafíos, con los que se ha venido acompañando. Esta re-configuración que implica entender y re-entender el compromiso social de los y las educadores, corre por un carril muy diferente al que el Estado nos ha trazado y por el que muchos docentes están transitando.
En última instancia los maestros y maestras en México hemos bailado al son que la SEP nos ha tocado. Se trata ahora de cambiar las reglas de la música del ritmo, de la melodía, y porque no, es mejor la cadencia de un tango, o la sensualidad de un danzón o el atrevimiento del ritmo libre.
Esta nueva música por tocarse junto con las reglas y sus tiempos, está pensada en diseñar otra ruta de acción y de la forma que se camine. La otra reforma de la que aquí hablo, sólo la pueden gestionar los maestros y maestras junto con intelectuales e investigadores en ese orden y no al revés. ¿Cómo meter en todos los docentes un nuevo chip en donde manden a la basura todo lo que estorba desde el marco gubernamental y comenzar a introducir ideas nuevas (muy nuevas) de todo aquello que deberla llegar?. Asistimos en el tiempo de las reformas estructurales, ante un problema de cultura, de historia y de tradiciones pero que lo podemos es más lo debemos revertir, para que la educación en nuestro país comience a bailar a un nuevo rito y lo haga bien como lo ha hecho en otros tiempos. La música que se toque y la forma de bailarse debe surgir desde nosotros y nosotras, ni siquiera de la mejor orquesta que se nos quiera imponer abierta o veladamente.