Eduardo Gurría B.
En México, a lo largo de las últimas décadas, el nivel de aprendizaje se ha venido deteriorando, ha erosionado y, al final, colapsó como resultado de las políticas sobre evaluación y educativas con las que no se ejercieron verdaderas estrategias de aprendizaje.
Sabemos que en los pasados años las evaluaciones se han centrado, en forma general, en dos ejes: el razonamiento verbal y el razonamiento lógico-matemático, enfocados, a su vez, en las diversas disciplinas que comprende la currícula básica, media básica y media superior.
La palabra razonamiento es clave para tratar de desentrañar una cuestión de gran importancia: ¿existe entre nuestros estudiantes el razonamiento que se pretende o se trata, simplemente, de ponerle nombre a una competencia?
Para ilustrar lo anterior, mencionaremos algunas cifras como una referencia simple y como una justificación a la pregunta.
En la última prueba del Plan Nacional para la Evaluación de los Aprendizajes (PLANEA), aplicada por el INEE a 1,626,135 alumnos del sexto año de primaria, correspondientes a 76,990 escuelas, tanto oficiales, como particulares y en tres campos: lengua, comunicación y matemáticas, con 4 niveles de conocimiento que van de insuficiente a sobresaliente, que se llevó a cabo en el mes de junio de 2108, los resultados fueron como sigue: en lo que respecta a lectura y comunicación, en el grado de insuficiente, el porcentaje fue del 49%, en el grado de elemental, el 36%, en el grado de satisfactorio, el porcentaje fue del 15% y sobresaliente, solo un 3%.
En lo que respecta al área de matemáticas, el 59% fue de insuficiente, el 18% fue de elemental, el 15% satisfactorio, y sobresaliente el 8%.
Por su parte la prueba del Program for International Student Assessment (PISA), diseñada por la OCDE, arroja información que, si bien, se trata de una prueba internacional y estandarizada, constituye un buen reflejo de lo que ocurre al interior, ya que, entre 73 países que fueron evaluados (2016), México ocupa el lugar 57 en ciencias, el 55 en habilidad lectora y el 56 en matemáticas.
Para la educación media superior, la prueba sobre Evaluación Nacional del Logro Académico en Centros Escolares (ENLACE), realizada en 2014, representó algún avance con respecto al 2013, con porcentajes relativamente medianos.
Esta prueba mide matemáticas y comprensión lectora, además del grado de marginación, pero no refleja todas las versiones e incorporaciones cuando se trata del bachillerato, lo que nos encamina a la conclusión confiable de que, simplemente, estamos reprobados.
Ante estos resultados, la SEP pretende ser objetiva y optimista minimizando los datos y concentrándolos en apreciaciones porcentuales y con un enfoque meramente estadístico y que, en realidad, dicen muy poco, ya que, además, no existe una estrategia que proponga una mejora efectiva, aunque sea paulatina, del aprendizaje.
Parte del problema radica en las estrategias que aplica la SEP a la hora de la promoción de los alumnos al nivel inmediato superior. Se trata de una situación compleja y potencial, ya que ninguna reforma y ningún modelo pueden apostarle a la estadística sobre el ingreso y el egreso de los alumnos; no se basan en aprendizajes, sino en números.
En la educación básica y media básica, el alumno va pasando sin tomar en cuenta su nivel académico y, ni siquiera, la calificación, por el contrario, la consigna es pasar, y si no lo hace el maestro, la propia SEP, a través de su plataforma lo hace.
Esto nos lleva a cuestionarnos si el nuevo gobierno va a caer en el mismo juego, es decir, que, con el programa de becas, el apoyo a los “ninis”, el acceso irrestricto a la educación superior y la inclusión, se van a generar las mismas políticas de pase asegurado y automático, sin filtros de ninguna clase, pero que al derivar hacia la universidad esto se convierta en un problema de proporciones mayúsculas.
No se trataría, en todo caso, de estudiantes niños o adolescentes escolarizados y, de alguna manera, bajo cierto control; se trataría, entonces, de producir profesionistas de papel que no cuenten con las habilidades y competencias que México requiere, en realidad, para crecer, y con un alto costo económico a corto, mediano y largo plazo.
Si bien, hay que mencionar que dentro de las acciones del gobierno está la de proporcionar una preparación enfocada a las actividades propias en cuanto a la diversidad de los contextos comunitarios, sobre todo en lo referente al medio rural.
Ante esto, la educación no puede estar dirigida hacia un populismo mal entendido, y en la que los maestros reciben a los alumnos con graves carencias cognitivas y culturales, que en nada les ayudarían a desarrollar las habilidades y competencias que se requieren, sobre todo al tratarse del nivel medio superior, que representa la antesala para la universidad y para la vida profesional.
Las medidas que se propone tomar el gobierno de AMLO en lo que se refiere a la economía y al combate a la corrupción han sido privilegiadas como prioritarias y pueden ser viables y, de hecho, lo son, sin embargo, en el rubro de la educación, el gobierno deberá ser muy cuidadoso, ya que no podemos entender el desarrollo si no nos enfocamos en la realidad educativa del país mediante la toma de medidas urgentes y, también, prioritarias.
El reto es enorme; no se puede dejar la educación para después y bajo la tutela de educadores de escritorio o retóricos y demagogos profesionales; sobre todo ante el peligro de continuar en manos de la manipulación sindical o de la ineficiencia burocrática.
REFERENCIAS
es.m.wikipedia. org
m. excelsior.com.mx (recuperado el 5 de diciembre de 2018)
planea.sep.gob..mx (recuperado el 5 de diciembre de 2018).
www.enlace,sep.gob.mx