Claudia Uribe*
El espectáculo olímpico continúa en Brasil (#31, Colonia Cuauhtémoc). La SEP se prepara para correr la última etapa de la prueba que llevará al triunfo y a la posteridad a la reforma estrella del sexenio. La motivación y expectativa es alta. El Modelo Educativo luce grandioso con sus fines nobles, sus 5 ejes y 7 ámbitos de aprendizaje que transformarán a México. El equipo de corredores, disciplinado, profesional y liderado por Usaín Aurelius Bolt, está listo para batir todos los récords de velocidad previos y hacerlo realidad en las 32 entidades en los menos de 500 días (laborales) que le restan al gobierno.
La ruta para la carrera está bien trazada. El Secretario Nuño ha fijado las etapas y los tiempos: la consulta sobre el modelo terminará el 30 de septiembre, la sistematización de aportaciones estará lista a final de octubre, la SEP tendrá listo el Modelo Educativo definitivo en diciembre y a partir de enero 2017 se comenzará el desarrollo de los planes y programas y de los nuevos libros de texto para toda la educación obligatoria de modo que pueda comenzar su implementación en el ciclo escolar 2018-2019.
Como espectadora de esta vertiginosa y emocionante carrera, me pregunto cómo hace las cuentas el Secretario. Para comenzar, un reclamo generalizado al nuevo modelo es que carece de una estrategia de implementación. Los fines y los objetivos parecen nobles, pero los cómos y los con qués están ausentes… ¿Será que estos se pueden establecer sin definir líneas programáticas y presupuestales precisas, y sin la preparación de los “implementadores”, llámense maestros, supervisores, autoridades estatales, por nombrar sólo algunos?
¿Y qué decir de la propuesta curricular? Si opera la lógica, una revisión que derive del actual proceso de consulta tendría que anteceder el desarrollo de planes y programas y por supuesto de los nuevos libros de texto… asumiendo por supuesto que ya se ha realizado un análisis exhaustivo del currículo actual para ver los aspectos específicos que hay que modificar y los que no. Digo asumiendo, porque hasta el momento no se han hecho públicos los detalles de este importantísimo análisis. Afortunadamente, la justificación para un nuevo modelo curricular es novedosa y convincente: vamos a formar ciudadanos libres, pues [ahora sí] nos apartaremos de memorización y simple transmisión de conocimientos, [ahora sí] requerimos nuevos saberes pues el mundo evolucionó y, [ahora sí ] hay que aprender a aprender, pues aprendemos también en lugares distintos a la escuela … Suponemos, por lo novedoso, que este no era el caso en la reforma del 2011, ni en la del 2006 y menos aún en las anteriores. Nos preguntamos, eso sí, si el modelo va a estar listo en noviembre, ¿cuándo tendrá la SEP previsto analizar e incorporar a la propuesta curricular las recomendaciones que emanen de la consulta? y ¿cuándo trabajarán los equipos de expertos que aseguren un currículo coherente, pertinente, secuencial y además interesante para los alumnos?
Pensemos ahora en los libros de texto. Me decía una fuente interna, que con la reforma, la educación obligatoria requiere desarrollar aproximadamente 120 títulos nuevos, cada uno con un tiraje de aproximadamente 2 millones de ejemplares. Hagamos las cuentas: suponiendo que el modelo curricular estuviera revisado y listo efectivamente a final de 2016 y que de ahí los planes y programas se desarrollaran en los siguientes tres meses (asumiendo que se pueden producir 2 o 3 x día), los contenidos de los 120 títulos de los nuevos libros de texto tendrían que estar terminados a más tardar 4 meses después para que en septiembre, correctores de estilo, ilustradores, editores, academia de la lengua, entre otros, los revisen y tengan listos para ir a imprenta en el último trimestre del año (¡!).
Solo así podrían estar los aproximadamente 250 millones de volúmenes listos para comenzar por tarde su distribución en mayo 2018 y así estar en las escuelas en agosto para el comienzo del año escolar (meses que de pura casualidad coinciden con el glorioso ejercicio democrático). Ahhh, y se me olvidaba que los materiales hay que pilotearlos y que a los maestros hay que prepararlos… Lástima que ya no hay tiempo… a todo esto, ojalá Hacienda guarde sus tijeras y Gobernación se asegure de mantener las vías limpias de bloqueos para que los libros puedan llegar con bien a su destino… (no vaya a ser que haya que utilizar nuevamente el rubro de imprevistos).
Pero no hay de qué preocuparse. Todo está fríamente calculado… ¡El oro se va a lograr! Eso sí, que Usaín Aurelius Bolt, no olvide morder su presea cuando la reciba. No vaya a ser que por “errores metodológicos” no sea lo que parece y que al final del día, como solía decir mi sabia madre, de la prisa sólo nos quede el cansancio.
*Investigadora y Analista Educativa