La repetición escolar: una política a repensar.
- Pluma invitada
- 1 agosto, 2023
- Opinión
- crisis educativa, deserción educativa, educación, Itzia Gollás Núñez, mejora de los aprendizajes, SEP
Itzia Gollás Núñez*
Como cada año durante el verano concluye el ciclo escolar y llega la época de las graduaciones, de las celebraciones por haber finalizado un año escolar más o incluso por pasar de nivel escolar a secundaria, preparatoria o universidad. Las familias comparten en sus redes sociales imágenes con las y los graduados con orgullo, sin embargo, no todos los estudiantes viven este escenario.
Si bien no se han dado a conocer las cifras oficiales de este ciclo escolar, la Dirección General de Planeación, Programación y Estadística Educativa (DGPPYEE) de la Secretaría de Educación Pública (SEP) reportó que en el ciclo 2021-2022 en Jalisco la repetición en nivel primaria fue de 6 mil 735 estudiantes, lo que representa un de 0.72% de la matrícula; esto indica una tendencia del indicador a la baja con respecto a los últimos cinco ciclos escolares. En el mismo ciclo escolar en nivel secundaria, el comportamiento de la repetición ha sido fluctuante en los últimos cinco ciclos escolares, y en lo que respecta al 2021-2022 la tasa de repetición fue de 0.57%, lo que representa a cerca de 2 mil 361 estudiantes (MPJ, 2023).
El escenario es diferente en el caso del nivel media superior, en donde la DGPPYEE reporta que la repetición en el estado de Jalisco pasó de 11.85% en el ciclo 2019-2020 a 49.26% en el 2021-2022, lo que significa que 157 mil 397 (de 319,518) estudiantes de preparatoria o bachillerato repitieron, esto representa a casi 5 de cada 10 estudiantes (MPJ, 2023), lo cual es sin duda preocupante.
Pero ¿Qué hay detrás de este indicador de repetición? y ¿Qué tan efectiva es la repetición para la mejora de los aprendizajes de quienes repiten?
Según lo señala la SEP, la repetición es “el número de alumnos que deben volver a cursar algún grado durante un ciclo escolar.” (SEP, 2019, p. 70).
Es importante destacar que los alumnos que se consideran al inicio de cursos dentro de la repetición no son exactamente los mismos que al final de cursos se consideraron reprobados, debido a que durante el periodo vacacional un pequeño porcentaje de estos últimos deserta (desertores intercurriculares); por lo tanto, se puede decir que los repetidores son los alumnos que reprobaron pero que continúan dentro del sistema educativo. (SEP, 2019, p. 70).
Sin duda, la pandemia por COVID-19 generó afectaciones graves en los aprendizajes de las y los estudiantes, y se habla de que, junto a la crisis sanitaria, se gestó la crisis educativa, por lo que es muy probable que el incremento de estudiantes de educación media que debieron repetir en los últimos dos ciclos escolares, se relacione con ello; mientras que la disminución de la tasa de repetición reportada en los niveles de primaria y secundaria, podría atribuirse al Acuerdo 11/06/22 de la SEP (2022) por el que se regulan las acciones específicas y extraordinarias para la conclusión del ciclo escolar 2021-2022 y el inicio del ciclo escolar 2022-2023, en el que se optó por no reprobar para evitar la deserción por las condiciones de pandemia, de modo que al realizar reinscripciones automáticas en educación básica, el número de repetidores también disminuyó.
En este marco contextual, se retoma el artículo “¿Aprobar o reprobar? El sentido de la evaluación en educación básica” del Dr. Felipe Martínez Rizo, escrito hace casi 20 años, pero con planteamientos que sí bien resultan vigentes, pueden provocar un nuevo análisis a la luz de las condiciones educativas actuales, de modo que, aunque queda pendiente conocer cuántos estudiantes repetirán el próximo ciclo escolar, es importante reflexionar sobre cómo apoyar a las y los estudiantes para culminar el ciclo escolar y evitar que el número de repetidores aumente.
Partamos de la recuperación histórica de Martínez Rizo, respecto a cómo se ha empleado la repetición de grado escolar en la educación básica en México, a partir de que a fines de la década de 1960 se adoptó extraoficialmente, la política de no reprobar a más del 10% de los estudiantes, esto, en un contexto en el que “Tradicionalmente se consideraban aceptables tasas de reprobación elevadas, sobre todo en los primeros años de la primaria; los alumnos que no alcanzaban niveles de logro aceptables a los ojos de su maestro debían repetir el grado, con la esperanza de que en la segunda ocasión en que lo cursaran obtuvieran mejores resultados” (Martínez, 2004, p. 819), de modo que el porcentaje de reprobación de todo el país en nivel primaria pasó de 14% en el ciclo 1959-1960 a 5% en el ciclo 2002-2003.
La repetición escolar es un fenómeno que se ha venido analizando desde hace más de ocho décadas por investigadores educativos en el mundo, Martínez Rizo recoge algunas de las investigaciones más relevantes de las cuales concluye que “la investigación no apoya la idea, ampliamente arraigada, de que reprobar a quienes no obtienen resultados satisfactorios produzca un rendimiento superior la segunda vez que se cursa un grado” (2004, p. 817).
Con relación a las posibles causas de la repetición, investigadores como Torres, Acevedo y Gallo (2015), señalan algunos factores como: Las condiciones socioeconómicas del estudiante y su familia, así como factores personales, tanto emocionales como propias dificultades para el aprendizaje. Sin embargo, también existen factores relacionados con el contexto tales como las políticas y programas inadecuados o insuficientes para atender las necesidades de los estudiantes con rezago educativo; o factores del entorno social de los estudiantes en donde la educación pareciera devaluarse o perder su sentido al priorizar otros valores e intereses por encima de la importancia del desarrollo de las personas a través de la educación.
Tenemos que asumir que esta es una problemática compleja, y que, por lo tanto, no se podrá solucionar de manera sencilla, pues como señala Martínez Rizo (2004) “Sería excesivo descartar en forma absoluta que pueda haber alumnos que se vean beneficiados por el hecho de repetir un grado, u otros a los que perjudique el promoverlos sin tener cierto nivel de conocimiento.” (p.831).
Y si bien, el autor propone una eventual política de promoción automática o generalizada, esta debería estructurarse de tal forma que no dé lugar a ser una decisión tomada desde la negligencia o la pereza; por el contrario, Martínez Rizo propone que la promoción automática implicaría trabajo intenso y de calidad para aplicar evaluaciones que ayuden a los docentes, estudiantes y a sus familias a “conocer con precisión el nivel de dominio de los objetivos curriculares de cada estudiante en los diversos momentos del trayecto escolar” (2004, p.831) y, partiendo de que cada estudiante es diferente, el repetir grado o el acreditarlo puede tener consecuencias positivas o negativas dependiendo de múltiples factores, por lo que “la decisión debe ser tomada caso por caso, con base en un diagnóstico individual hecho por el maestro” (p.832).
Aunque, por otra parte, cuando por motivos diversos, como una asistencia irregular, que hubiera impedido la continuidad del proceso formativo del estudiante, la repetición pudiera ser una medida favorable, reiteramos que esta decisión debe basarse en el análisis del nivel de aprendizajes alcanzado en cada caso.
Proponemos que desde la consciencia del momento por el que atraviesa el sistema educativo en México podamos replantearnos el tema de la repetición, en el marco del quehacer de la escuela, y también a nivel de política pública. Por lo tanto, a partir de los elementos de análisis que propone Martínez (2004) recuperamos tres aspectos para atender la problemática:
Atención individualizada a los estudiantes. Para ello se requiere el apoyo, participación y motivación no solo del colectivo docente, sino de la familia y del entorno cercano al estudiante, lo cual resulta indispensable para que se identifique la importancia de formarse y de adquirir herramientas para desarrollarse en el mundo.
Capacidad profesional para atención de los estudiantes con rezago. Al contar con un sistema educativo que asegure, mediante la formación inicial y continua, que los docentes cuenten con los conocimientos y condiciones necesarias para identificar y atender oportunamente a estudiantes con algún rezago en el aprendizaje.
Estrategias para mejorar el rendimiento académico. Esto implica la búsqueda constante de estrategias y alternativas innovadoras que, a partir de la evaluación de necesidades, les puedan ayudar a los estudiantes a mejorar sus aprendizajes, lo cual puede implicar estrategias que atiendan cuestiones como la salud mental y/o emocional de las y los estudiantes.
Como un elemento de indiscutible trascendencia en la política de la repetición de grado, se encuentra el rol de la evaluación, en donde la calificación se ha convertido en un dato que no siempre va acompañado de una retroalimentación que informe al estudiante y a su familia sobre lo que es necesario mejorar, sino que suele “quedarse” en un dato para sostener el premio-castigo, y por lo tanto se percibe más como una amenaza que como una herramienta de mejora (Martínez, 2004), y por lo tanto, repetir sin saber con claridad cuáles son las áreas que el estudiante debe mejorar, y un proceso formativo que se ajuste a sus necesidades para atenderlas, coloca a la repetición como una suerte de estrategia desesperanzadora, al estar desprovista de herramientas que aseguren su objetivo: el logro de los aprendizajes que el estudiante requiere de acuerdo con el grado escolar que cursa.
Finalmente, la propuesta es a seguir cuestionando, con mirada crítica, pero sobre todo propositiva, ¿cuál es el sentido de la repetición escolar?, y ¿cómo podríamos sacar el máximo provecho de esta política?, en un marco en el que, lejos de etiquetar a quien repite, se reconozca su resiliencia y compromiso, así como el de su familia y del colectivo escolar que lo acompaña.
Nos queda pendiente la tarea de cuestionarnos como colectivos escolares y como familias, como gobierno y como sociedad civil: ¿cómo podemos evitar el recurrir a la repetición escolar? Sigamos conversando.
Referencias
Martínez, F. (2004). ¿Aprobar o reprobar? El sentido de la evaluación en educación básica. Revista Mexicana de Investigación Educativa, IX(23), 817–839. http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=14002303
Mexicanos Primero Jalisco [MPJ]. (2023). Diagnóstico general del derecho a la educación en Jalisco. Repetición. Recuperado el 24 de julio de 2023, de: https://www.diagnosticoeducativojalisco.org/aprendizaje/repetici%C3%B3n
Secretaría de Educación Pública [SEP]. (2019). Lineamientos para la formulación de indicadores educativos. https://www.planeacion.sep.gob.mx/Doc/estadistica_e_indicadores/lineamientos_formulacion_de_indicadores.pdf
Secretaría de Educación Pública [SEP]. (2022). Acuerdo 11/06/22 por el que se regulan las acciones específicas y extraordinarias para la conclusión del ciclo escolar 2021-2022 y el inicio del ciclo escolar 2022-2023. https://www.dof.gob.mx/nota_detalle.php?codigo=5656485&fecha=28/06/2022#gsc.tab=0
Torres, J., Acevedo, D. y Gallo, L. (2015). Causas y consecuencias de la deserción y repitencia escolar una visión general en el contexto latinoamericano. Cultura Educación y Sociedad 6(2), 157-187https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=7823292
*Directora de Mexicanos Primero Jalisco.