El origen social continúa siendo el factor principal que influye sobre la participación en la educación y el aprendizaje, así como sobre los resultados económicos y sociales, según un nuevo informe de la OCDE.
El informe Panorama de la Educación 2018 indica que los hijos de madres que no han alcanzado la educación terciaria tienen menos probabilidades de estar matriculados en programas de atención y educación de la primera infancia (AEPI) . Aunque es bien sabido que el desarrollo cognitivo del niño se inicia mucho antes de alcanzar la edad escolar, los gobiernos continúan destinando una menor proporción de fondos públicos para este nivel educativo AEPI que para la educación superior.
Los niños procedentes de entornos desfavorecidos también tienen menos probabilidades de acceder a la educación superior. Aquellos niños cuyos padres no han alcanzado la educación terciaria tienen más probabilidades de matricularse en programas de formación profesional o técnica que en programas generales de educación secundaria superior, y además tienen menos probabilidades de finalizar dichos estudios. Esto, a su vez, influye sobre su participación en la educación superior, donde la proporción de ingresados cuyos padres no tienen estudios terciarios es pequeña.
Según la OCDE, la participación en la educación superior es hoy en día más importante que nunca. Como resultado del cambio tecnológico, la digitalización y la innovación se concede un gran valor a las competencias avanzadas, al tiempo que los empleos menos cualificados están siendo suprimidos del mercado. Aquellos individuos que solo han alcanzado la educación secundaria superior ganarán, en promedio, el 65% de lo que ganaría un graduado en educación terciaria, perpetuando este círculo vicioso durante las generaciones futuras. Las desventajas salariales para las personas sin educación terciaria son más pronunciadas en los países latinoamericanos: por ejemplo, aquellos que han obtenido como titulación máxima el segundo ciclo de educación secundaria ganarán solo entre el 40% (en Brasil) y el 51% (en México) del salario de un graduado en educación terciaria. Como término medio, es necesario que pasen entre cuatro y cinco generaciones para que los hijos de familias que se sitúan en el decil de ingresos más bajos logren alcanzar el nivel medio de ingresos de los países de la OCDE. Las dificultades en la educación y en el mercado laboral se traducen en diferencias en los resultados socio-económicos y en el bienestar general que se transmiten de padres a hijos.
“Todo individuo nace con el potencial para tener éxito, y merece la oportunidad de crecer, desarrollarse y contribuir plenamente a la sociedad”, declaró el Secretario General de la OCDE, Angel Gurría, durante la presentación del informe en París. “Nuestra responsabilidad es la de garantizar que las circunstancias personales o sociales no impidan a los estudiantes desarrollar ese potencial. Esta debería ser la promesa de la educación para todo el mundo”.
Gabriela Ramos, Directora y Sherpa de la OCDE, presento la versión en español del informe el martes 11 de septiembre. “Elevar el porcentaje de estudiantes que concluyen el nivel medio superior debe seguir siendo prioridad y depende en gran medida de poner a los alumnos al centro del sistema educativo” dijo Gabriela Ramos. “Esto significa desarrollar una visión más integral sobre la experiencia educativa de un alumno, invertir desde el principio y minimizar las brechas de aprendizaje en los primeros años, distribuir recursos de acuerdo con las necesidades de los alumnos individuales y promover un sistema inclusivo que fomente altas expectativas y oportunidades eficientes”.
A fin de lograr la equidad en la educación, los países deberían centrarse en la financiación y la dotación de recursos para la educación de los más vulnerables, la prevención de las repeticiones de curso y el fomento del acceso a la educación general de las personas procedentes de entornos desfavorecidos. Los profesores deberían disponer de buenas oportunidades para la formación y capacitación continua, así como contar con el conocimiento pedagógico adecuado para identificar y apoyar a estudiantes de todos los niveles; asimismo, resulta necesario promover el acceso y la provisión de una educación de la primera infancia de alta calidad y al alcance de todos. La importancia de invertir en AEPI, especialmente para los niños de entornos desfavorecidos, es también una recomendación crucial del informe “Marco de la OCDE para la acción de políticas para el crecimiento inclusivo” presentado recientemente, como una medida para reducir las desigualdades.
El informe también señala la persistencia de las desigualdades de género. Los niños tienen más probabilidades que las niñas de repetir curso, abandonar los estudios y no alcanzar la educación terciaria. Sin embargo, a pesar de su mejor rendimiento académico, las mujeres continúan obteniendo peores resultados en términos de empleo e ingresos. Las mujeres siguen teniendo menos probabilidades de matricularse y graduarse en ámbitos bien remunerados en el nivel terciario. Por ejemplo, a pesar de la gran demanda de conocimientos de ingeniería que existe en la actualidad, solo el 6% de las mujeres con titulación universitaria han finalizado un grado de ingeniería, frente al 25% de los hombres. La situación en México, en cambio, muestra un mayor equilibrio entre hombres y mujeres, con un 11% de mujeres con titulación universitaria en el ámbito de la ingeniería.
Según la OCDE, el fomento de una sociedad cohesionada también depende de la capacidad de integrar a los inmigrantes y de asegurarse de que desarrollen las habilidades necesarias para contribuir al mercado laboral y a sus comunidades. Sin embargo, en los países para los que existen datos disponibles, la primera y la segunda generación de inmigrantes tienen menos probabilidades de iniciar los estudios y graduarse en programas universitarios de primer grado largos; además, los adultos nacidos en el extranjero también tienen menos probabilidades que sus compañeros nativos de participar en educación formal a lo largo de la vida.
El informe revela que aunque la educación supone una recompensa económica a nivel individual, el sector público también se beneficia de contar con una gran proporción de individuos con educación terciaria a través de, por ejemplo, una mayor recaudación tributaria y de las cotizaciones sociales. En los países de la OCDE, los gobiernos obtienen – sólo vía ingresos tributarios – en promedio, una tasa interna de retorno de su inversión del 10% por cada hombre y del 8% por cada mujer que finaliza la educación terciaria. Estas cifras son similares para Chile, donde la tasa interna de retorno para los hombres con educación terciaria es también del 10%, y del 7% para las mujeres con educación terciaria.
La edición de este año de Panorama de la Educación también evalúa la posición que ocupan los países respecto a la consecución de los objetivos de equidad como parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en educación. Los resultados muestran que el logro de una participación equitativa en educación y de la calidad en los resultados de aprendizaje continúa representando un desafío para muchos países de la OCDE.
La brecha de género en la tasa de participación de los adultos en la educación formal y no formal varía enormemente entre países, siendo en unos casos las mujeres y en otros casos los hombres quienes muestran una menor probabilidad de participación. También existen marcadas diferencias respecto al logro de la equidad en los resultados de aprendizaje: en todos los países de la OCDE, el rendimiento en matemáticas de los alumnos de 15 años de edad está estrechamente relacionado con el estatus socioeconómico de los estudiantes y la ubicación, urbana o rural, de sus centros educativos. En la mayoría de países, esta asociación se ha mantenido inalterada durante la última década.
El informe Panorama de la Educación proporciona estadísticas nacionales comparables que miden el estado de la educación en todo el mundo. El informe analiza los sistemas educativos de los 36 países miembros de la OCDE, así como de Argentina, Brasil, China, Colombia, Costa Rica, India, Indonesia, Federación Rusa, Arabia Saudí y Sudáfrica.
Otras conclusiones clave:
Gasto en educación
Entre 2010 y 2015 el gasto por estudiante entre los países de la OCDE se incrementó en un 5% en los niveles de educación primaria, secundaria y postsecundaria no terciaria, y en un 11% en el nivel de educación terciaria. En Chile y México el gasto por estudiante experimentó un aumento superior a la media desde el nivel de educación primaria hasta el de educación postsecundaria no terciaria (en un 20% y un 9% respectivamente), pero el gasto por estudiante de educación terciaria disminuyó (en un 13% en Chile y en un 7% en México).
En 2015 el 90% de la financiación de la educación primaria, secundaria y postsecundaria no terciaria, y el 66% de la financiación de la educación terciaria provino de las arcas públicas. En Chile y en México la financiación pública representa el 83% de todos los recursos económicos invertidos en las instituciones educativas de educación primaria hasta educación postsecundaria no terciaria. Esta proporción supuso el 77% en Colombia. Aproximadamente, una tercera parte de la financiación destinada a instituciones educativas terciarias en Chile y Colombia provenía de fondos públicos; en comparación, en México el gobierno aportó un proporción mucho mayor al presupuesto de la educación terciaria: el 71%.
Dado el mayor número de niños de 3 a 5 años que participan en programas de educación de la primera infancia, también está aumentando la inversión pública en escuelas de educación preprimaria, y en 2015 esta representaba el 83% del total de la financiación, un porcentaje acorde con los datos registrados para Chile (81%) y México (84%), pero superior a la cifra para Colombia (71%). Durante la última década, esta proporción aumentó alrededor de 4 puntos porcentuales entre los países para los que existen datos disponibles. Sin embargo, según el promedio de los países de la OCDE, uno de cada tres niños matriculados en la escuela preprimaria asiste a una institución de financiación privada –una proporción mayor que la observada en cualquier otro nivel educativo no terciario. En Chile la probabilidad de que los niños de este nivel educativo estén matriculados en una institución privada es incluso mayor, pero en otros países latinoamericanos (Brasil, Colombia, Costa Rica y México) menos del 25% de los niños matriculados en escuelas de educación preprimaria lo están en centros privados.
La profesión docente
Prácticamente todos los docentes en educación preprimaria son mujeres, pero ellas representan menos de la mitad de los profesores en el nivel terciario. Durante la última década esta brecha de género se ha ampliado en los niveles de educación primaria y secundaria, y se ha reducido en el nivel de educación terciaria.
La tarea de atraer a los hombres a la profesión docente es especialmente complicada: mientras que el salario real de las profesoras es igual o superior al salario medio que reciben otras mujeres con educación terciaria que trabajan a tiempo completo, los profesores de primaria y secundaria ganan entre un 77% y un 88% de los ingresos medios que reciben otros hombres con educación terciaria a tiempo completo. Los porcentajes de hombres que se dedican a la docencia son incluso menores en Chile, ya que allí ganan entre un 63% y un 76% de los ingresos que reciben otros hombres trabajadores con educación terciaria.
Los docentes tienen importantes incentivos para perseguir el objetivo de convertirse en líderes educativos: los salarios reales de los directores escolares son como mínimo un 35% más altos que los salarios de los profesores y al menos un 20% superiores a los ingresos medios de otros trabajadores con educación terciaria. En la mitad de las economías y de los países de la OCDE para los que se dispone de datos, incluidos Chile y México, los directores escolares y los profesores que trabajan en áreas remotas o desfavorecidas son recompensados con una retribución adicional.