Reflexiones sobre los resultados de la evaluación diagnóstica. Un año después, tres años tarde

Guillermo López Franco

Parte de la Nueva Escuela Mexicana ha sido la insistencia en el cambio de paradigmas de la evaluación. Se ha recalcado la importancia de que la evaluación sumativa pase a un segundo plano, limitada en todo caso a los propósitos de acreditación, dando preferencia a una evaluación diagnóstica que ayude a orientar la retroalimentación y el seguimiento de los aprendizajes.

Para tales propósitos, la Comisión Nacional de Mejora Continua de la Educación (MEJOREDU) fue creado en sustitución del Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE) para impulsar un modelo de evaluación que se alejara de las evaluaciones estandarizadas promovidas por organismos internacionales como la Organización Nacional para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) o el Banco Mundial, que tanto han sido criticadas por los funcionarios de la Secretaría de Educación Pública (SEP).

MEJOREDU ha emitido una gran cantidad de documentos dirigidos a la mejora de la práctica docente y a explicar los principios del nuevo modelo, especialmente en lo referente a evaluación educativa. Entre el material, la Comisión acaba de publicar el resultado de las Evaluaciones Diagnósticas que se realizaron entre agosto y noviembre del año pasado.

Esta Evaluación Diagnóstica 2022 resulta especialmente relevante, porque es de las pocas evaluaciones nacionales que se implementó después de 2019. Tenemos resultados de la prueba del Plan Nacional para la Evaluación de Aprendizajes (PLANEA) para educación básica en 2018 y de Educación Media Superior en 2017, pero no mucho más. Esta administración ha invertido en la poca transparencia.

Volviendo a la Prueba Diagnóstica, el reporte publicado hace un par de semanas presenta información relevante. Fueron seleccionados 5,093 centros de trabajo, 2,646 primarias y 2, 447 secundarias de los diferentes subsistemas y tipos de sostenimiento, con 1.4 millones de estudiantes de entre segundo de primaria y tercero de secundaria que contestaron cuadernillos de prueba en las áreas de Lectura, Matemáticas y Formación Cívica y Ética, cada una compuesto por diferentes unidades de análisis. MEJOREDU no proporcionó información desagregada por entidades federativas, por lo que sólo es posible hablar de los resultados a nivel nacional.

Para el caso de Lectura, comprendiendo las habilidades de fluidez lectora, extracción de información, análisis de estructura de textos y análisis de información, los estudiantes de 2° de primaria obtuvieron los mejores resultados con un 61% de aciertos en las pruebas. Ningún otro nivel de primaria o secundaria, en promedia logró superar el 50% de aciertos, siendo cuarto y quinto de primaria los grados con peores resultados, con menos del 40% de aciertos.

En Matemáticas podemos observar los resultados para las unidades de Número y Álgebra, Forma, Espacio y Medida y la unidad de Análisis de Datos. Segundo y Tercero de primaria obtuvieron el 57 y 52% de aciertos, mientras que 5° de primaria y los tres grados de secundaria estuvieron por debajo del 40% de aciertos.

Finalmente, en el área de Formación Cívica y Ética, se evaluaron las unidades de Identidad y Derechos Humanos, Interculturalidad e Inclusiva y Ciudadanía. Segundo y tercer grado de primaria obtuvieron resultados de 58 y 50% de aciertos, respectivamente, mientras que el resto de los grados escolares osciló entre el 40 y el 49%, con los resultados más bajos en 2° de secundaria, con 41% de aciertos.

Es necesario considerar algunos elementos de análisis. Lo primero es considerar que resulta alarmante que medio millón de estudiantes, por lo menos, haya mostrado deficiencias serias en sus aprendizajes. Sin embargo, aún no tenemos datos desagregados, por lo que el diagnóstico es incompleto. No es posible decir en que subsistemas o en que regiones del país se presentaron mejores o peores resultados. Si las secundarias técnicas obtuvieron mejores resultados que las generales o si las áreas de aprendizaje se mostraron mejor desarrolladas en Yucatán frente a Campeche. Esto es relevante, porque los puntajes obtenidos son resultado de prácticas y condiciones específicas, cada contexto escolar necesita ajustes e intervenció específica.

Además, cada ciudadano tiene derecho a conocer cuáles son las condiciones de la educación nacional.

Los resultados para secundaria resultaron especialmente negativos. Son los estudiantes que ingresaron o ingresarán a educación media superior durante este ciclo y los próximos. Resulta importante dar seguimiento a esta cohorte para las próximas generaciones. Los estudiantes de grados intermedios en primaria no lo hicieron mucho mejor, así que el seguimiento en secundaria sería esencial. Podemos sospechar algo que no está funcionando, pero aún se necesita más información.

También está el aspecto de que MEJOREDU señala los problemas derivados de la pandemia y el cierre de escuelas como parte del contexto, e incluso como parte de la explicación. Es cierto, pero MEJOREDU nunca llevó a cabo una evaluación durante el período, ni siquiera en 2021 con el regreso parcial a clases presenciales. La SEP tampoco implementó programas nacionales de recuperación de aprendizajes en el período 2020-2022. Puede ser que se esté cosechando lo que se sembró. La pregunta es ¿qué se hará a partir de este ciclo?

Por último, la misión de MEJOREDU seguirá siendo ardua y contracorriente si no se hace un mayor esfuerzo económico. México invierte menos de 2800 dólares por estudiante en educación preescolar y primaria, según los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) muy lejos del promedio de alrededor de 11 mil dólares entre los estados miembros de la organización. La perspectiva para el próximo presupuesto de 2024 no resulta halagüeña. Con poca prioridad en el presupuesto, no hay planes ni programas que alcancen.

X: @guirierumo

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